Y renaceré como el cuervo, te encontraré tras la muerte, para atraparte entre mis garras y destrozar tu cuerpo con mi frenético deseo. Regresaré para amarte.

martes, 1 de septiembre de 2009

sueños taciturnos, parte 1

Sentían la lluvia caer sobre sus cuerpos pegando sus ropas, dos idiotas buscando algo de aventura. Estaban montados en aquella hermosa máquina, una motocicleta parecida a una Harley pero sin su motor y su estilo. Una de esas que se crean para los fans con poco dinero y ganas de soñar. Iban por calles con demasiado tráfico, se colaban entre los automóviles a toda velocidad.

A lo lejos había un parque, a los lados edificios de vivienda y un polideportivo. Al llegar al final de la recta una gasolinera y la moto que pedía un poco más de combustible. Hacer un cruce temerario para llegar hacia ella fue divertido, sus carcajadas y sus sonrisas lo decían todo. Bajaron con orgullo llenando el depósito.

-¡Iremos al mar!-gritó ella riendo a carcajadas.-Me gusta el aroma del mar, el aroma que deja ese rompeolas.

-Luego podemos ir al pinar próximo a la montaña, ya sabes que por la interestatal llegamos en menos de quince minutos.

Ambos reían, se abrazaban, mientras el surtidor iba saciando la sed del motor. Sus besos se hacían eternos y causaban envidia a todos los allí reunidos. Pagaron por la gasolina, pero ella terminó entrando en los servicios.

No se sabe porqué pero un hombre, de mediana edad y con cierto sobrepeso, señaló a un policía donde estaba él. Lo señalaba incriminándolo y hablando de cosas que no entendía. Pronto se vio corriendo cuando notó que el policía y su compañero se aproximaban.

-¡Alto! ¡Policía!-gritó uno de ellos.

-¡No nos obligue a disparar!-decía el otro, el que habló con aquel hombre orondo, mientras su compañero daba la posición por la radio.

Él corría, él sólo escuchaba el bombeo de su corazón y sus botas pisar fuerte el asfalto. Un disparo al aire o dos, no supo saber cuantos. Corría, entre el tráfico y el estupor de los conductores. Ella había quedado atrás, lo querían a él y él deseaba salvarse. Entró en la zona arbolada del parque, no había nadie y la hojarasca crujía bajo sus botas. Sin embargo, ese sonido quedó eclipsado por el de sirenas. Se deshizo de su chupa de cuero, pesaba demasiado y le hacía correr lento.

La playa no estaba lejos, tan sólo unos metros. Llegó al muelle y montó como polizón en uno de los barcos atracados en el puerto. Era un barco de lujo y al estar allí uno de los chicos le dio un golpe en la espalda.

-¿Dónde has estado? ¿Y el uniforme?-aquello no lo entendía, pero había sido su golpe de suerte.

-Lo he perdido.-respondió con una sonrisa vergonzosa, o al menos intento de ella.

-Ven, creo que tenemos otro de repuesto siempre.-lo llevó hacia un camarote, había tres camas y un chico dormía en una de ellas. Era un muchacho delgado, de cabellos rubios y aspecto desaliñado.-Eduardo.-dijo mirando al chico.-¿Dónde lo has puesto? No hay nada tuyo aquí.

-No lo sé, te juro que no recuerdo nada. Estoy como confuso.-comentó.

-Extraño, tal vez por el mareo que sufrías anoche.-dejó un uniforme sobre una cama impecablemente bien hecha.-Ponte el mío de repuesto.-comentó con una sonrisa.

-Gracias.-respondió sacándose la ropa mojada, colocándose aquella sin pudor alguno.

-Yo iré a servir, seguro que me echan falta en el turno.

Se vistió, se colocó todo correctamente y tomó un cepillo para acomodar sus cabellos. Miró hacia un lado y vio una fotografía, había un chico idéntico a él salvo por unos pequeños rasgos poco perceptibles. Recordó entonces a ese primo lejano, ese que le hacía la vida imposible y que siempre era el centro de atención. Sí, el perfecto. Él era como el grano en el culo de toda la familia y su primo la pomada que aliviaba todo.

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Derechos de Autor y Licencia

Safe Creative #0906284062744
muerte por vida
un precio caro
pero habitual
somos animales
somos todos animales
hijos de un dios
hijos de las sombras
hijos de la eternidad
no podemos renegar
no podemos olvidar
incluso lucifer fue engendrado por él
la concepción que él nos ha dado
nos ha hecho ser como somos
por eso matamos
porque está en nuestra naturaleza
¿somos tan terribles?
¿más que un asesino despiadado?
¿más que un dictador?
¿más que un hombre que enseña a su hijo a matar avecillas?

...

no somos monstruos
simplemente sobrevivimos...
con tu sangre
con tu alma
pero es supervivencia.

aqui gana el más fuerte

Sueños - AWR


sueño profundo y doloroso... sueño de sangre y noche
sueño contínuo en lo eterno...
sintiéndote navegar en eter...
un eter que se vuelve fangoso... rojizo... sublime
¡Sangre!... sólo sangre... cálida y fresca... deslumbrante
nube vamporosa con aroma a mujer...
la primera víctima de la noche... la elegida.
tacones lejanos con contoneo de caderas carismático...
para luego escuchar un grito de terror...
y luego...
y luego... NADA

Dama Sombría

Dama de las sombras
mujer de corte oscura
tú vienes a cortar el último hilo de vida
el último aliento..
cruel dama nocturna
cruel mujer...
que viene junto a la muerte, de la mano
señora que sonríe... que se jacta de mi destino
mientras la calavera señala mi destino... un foso... un lugar junto a la tierra y sus gusanos.
hoy yaceré muerto al despuntar alba
hoy... habrá acabado mi andanza por la tierra
hoy descansaran mis huesos, pero no mi alma.
Si bien... cruel aunque hermosa
desfilaras con la muerte, danzarás con ella, y la luz del día disipará tu figura.
tal vez lloren por mí, canten salmos y las campanas repiquen...
como tal vez termine como Paganini... en un carro... esperando sepulcro durante años.
danza y ríete de mi miseria
hija de la noche
mujer que no da tregua...
capa oscura y pesada, fúnebre sombra
que engalana el manto de la muerte.

somos idiotas afortunados

La vida cae... en una persona... el telón cae

cae pero otra empieza

empieza en un mundo rojo.... teñido por la sangre

con el ruido del tañir de las campanas de una muerte que yace en el campo santo del olvido...

un mundo donde los esperanzados son pocos...

y los diablos sin rumbo muchos

somos diablos

pobres almas

desamparados

odiados hombres de paja

que añaden a la historia... a la historia del día a día...

historia que despreciamos y amamos por igual

somos idiotas

que no agradecemos lo que tenemos

que detestamos el suelo que pisamos

pero cuando van a levantar la hoz para que espiremos... gritamos, lloramos y rogamos.

somos afortunados

y no nos damos cuenta

que esos pequeños baches

que esas soledades

y esos silencios sin sustancia

son la savia de algo grande

es la sangre de la mortalidad

y de la inmortalidad en si misma.