"Olvídalo, por aquello que más amas.
Olvida la locura, entrégate a la tragedia,
baja en el andén de la felicidad
y saborea el cítrico amargor del infortunio.
Hijo deshonesto de sangre oscura,
don que te concedieron por ambición.
Tú, muchacho desorganizado de ojos de gato,
para un segundo y deja que atraviese tu corazón."
Mi respuesta fue breve y sensata,
mi respuesta fue lo que no esperabas.
No hay arrepentimiento ni dolor.
Olvídalo, me decías una y otra vez,
mas nunca te hice caso y sólo reí.
Me reí de tu estupidez y de tus miedos,
prácticamente oriné tus versos muertos.
Soy el hijo de la sangre, un verdadero vampiro.
Ni polilla, ni luciérnaga y tampoco doliente amante.
Tomo lo que quiero, juego con la vida y el destino.
¿Quién eres tú para juzgarme? ¿Mi padre?
No hay comentarios:
Publicar un comentario