Y renaceré como el cuervo, te encontraré tras la muerte, para atraparte entre mis garras y destrozar tu cuerpo con mi frenético deseo. Regresaré para amarte.

domingo, 8 de abril de 2012

El más triste adiós


El más triste adiós.


El más triste adiós es aquel en el que sabes que tus caminos no se cruzaran de nuevo. El pasto que está bajo tus pies te impulsan a seguir adelante, mientras que la carga de los recuerdos te impiden dar un paso más sin llorar. Las lágrimas no son para débiles, son para aquellos cuya gratitud se expresa con un solemne silencio mientras dejan su llanto libre. El más triste adiós, así debería rezar el día en el cual tuve que tener las agallas suficientes para acompañarte hasta el fin de tus días.

Siempre tuve que tener coraje para afrontar el dolor de ver como me olvidabas, convirtiéndote en algo tan alejado a la mujer que conocí que hasta me daba miedo. Acepté que los años no pasan en balde, que tus huesos dolerían en las noches y tu mente se emborronaría. Tus ojos grises cargados de ilusiones, de sueños y pesadillas, que te anclaban aún a la vida, los mismos que me contemplaron poco después de nacer, ya no volverán a encontrarse con los míos. Solías decir que no querías lágrimas el día de tu funeral, ni siquiera un funeral pomposo. Cuando aún tenías la mente cargada de esa filosofía de mujer fuerte, incapaz de dar su brazo a torcer, me hiciste ver que lo importante es lo que se tiene en vida y no lo que se tiene en la muerte.

No sabes cuánto me arrepiento de aquellos enfados cuando era niño, de mis ojos llenos de rabia por no conseguir tener un poco más de libertad de tus abrazos. Me arrepiento de haber sido rebelde desde que nací, de ser un pájaro libre que quedó preso sólo porque no quería irme cuando enfermaste. Permanecí mucho tiempo a tu lado, casi una década cuidando de ti y de tus incoherencias. Poco a poco todo lo que habías convertido se desvanecía como una montaña de azucarillos bajo una lluvia torrencial. Todo lo que habías amado se alejaba. En ocasiones pensé que este ataque de locura, este olvido, fue fruto del dolor de ver como él se iba. Su sendero terminó, como ahora termina el tuyo, y eso te hundió en lágrimas silenciosas mientras seguías haciendo como si nada.

Recuerdo vuestras discusiones sobre tus peinados y como respondías con orgullo, después aquellas flores silvestres y un “pero si todo te lo digo para verte molesta” que te calmaban. Recuerdos de infancia y adolescencia que quedaron ahí, los mismos que me hacían sonreír antes y aún ahora. No sabes como le he necesitado y como os necesito ahora a los dos. Necesito vuestra confianza, el cariño sincero y los consejos.

Escuchar las plegarias a Dios de algunos de mis familiares, los rezos carentes de sentido para mí, las lágrimas amargas de mi madre y la seriedad de mi rostro. Nunca jamás había sentido tanto peso en mi espalda. Me siento culpable. Había demasiados hipócritas en tu misa, tantos como aquellos que ayudaste en vida y jamás te dieron las gracias. El funeral que debía ser una despedida cálida entre los pocos que aún te queríamos de verdad, aquellos que no se acercaron con falsos gestos de dolor, no pudo ser. Tu muerte ha servido como lazo de unión para tus hermanos, los cuales se habían dividido y te tenían a ti como nido. Tú los aceptabas sin importar viejas rencillas, olvidando su mal carácter o sus olvidos. No importaba. Ahora no te tienen y parece que se han dado cuenta que pronto pueden ser ellos o esos que tenían por enemigos, los mismos que nacieron de tu madre y que tú acunaste al ser la mayor de todos. La muerte a veces trae consigo la belleza de una nueva unión, de un perdón y de un sacrificio lleno de recuerdos.

Te has ido y lo acepto, no somos eternos y no debemos pretender serlo. Mis lágrimas son en las noches, las mismas en las cuales velaba tu sueño. Siempre pedía una noche tranquila, una noche para que todos descansáramos, y ahora ruego por volver a esas noches agitadas donde era tu enfermero más que tu nieto. No pude ni darte un beso de despedida, quizás las esperanzas eran demasiado crueles y las mantuve hasta el último segundo.

Victoria, gracias por todo. Yo seguiré mi camino y tú, bueno tú espero que puedas volver a pasear tomada del brazo de quien fue el hombre de tu vida, mi abuelo.

1 comentario:

MuTrA dijo...

Mi más sincero pésame. Para lo que sea, sabes dónde y cómo encontrarme.

Un fuerte abrazo y un beso enorme, Ángel.

Derechos de Autor y Licencia

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muerte por vida
un precio caro
pero habitual
somos animales
somos todos animales
hijos de un dios
hijos de las sombras
hijos de la eternidad
no podemos renegar
no podemos olvidar
incluso lucifer fue engendrado por él
la concepción que él nos ha dado
nos ha hecho ser como somos
por eso matamos
porque está en nuestra naturaleza
¿somos tan terribles?
¿más que un asesino despiadado?
¿más que un dictador?
¿más que un hombre que enseña a su hijo a matar avecillas?

...

no somos monstruos
simplemente sobrevivimos...
con tu sangre
con tu alma
pero es supervivencia.

aqui gana el más fuerte

Sueños - AWR


sueño profundo y doloroso... sueño de sangre y noche
sueño contínuo en lo eterno...
sintiéndote navegar en eter...
un eter que se vuelve fangoso... rojizo... sublime
¡Sangre!... sólo sangre... cálida y fresca... deslumbrante
nube vamporosa con aroma a mujer...
la primera víctima de la noche... la elegida.
tacones lejanos con contoneo de caderas carismático...
para luego escuchar un grito de terror...
y luego...
y luego... NADA

Dama Sombría

Dama de las sombras
mujer de corte oscura
tú vienes a cortar el último hilo de vida
el último aliento..
cruel dama nocturna
cruel mujer...
que viene junto a la muerte, de la mano
señora que sonríe... que se jacta de mi destino
mientras la calavera señala mi destino... un foso... un lugar junto a la tierra y sus gusanos.
hoy yaceré muerto al despuntar alba
hoy... habrá acabado mi andanza por la tierra
hoy descansaran mis huesos, pero no mi alma.
Si bien... cruel aunque hermosa
desfilaras con la muerte, danzarás con ella, y la luz del día disipará tu figura.
tal vez lloren por mí, canten salmos y las campanas repiquen...
como tal vez termine como Paganini... en un carro... esperando sepulcro durante años.
danza y ríete de mi miseria
hija de la noche
mujer que no da tregua...
capa oscura y pesada, fúnebre sombra
que engalana el manto de la muerte.

somos idiotas afortunados

La vida cae... en una persona... el telón cae

cae pero otra empieza

empieza en un mundo rojo.... teñido por la sangre

con el ruido del tañir de las campanas de una muerte que yace en el campo santo del olvido...

un mundo donde los esperanzados son pocos...

y los diablos sin rumbo muchos

somos diablos

pobres almas

desamparados

odiados hombres de paja

que añaden a la historia... a la historia del día a día...

historia que despreciamos y amamos por igual

somos idiotas

que no agradecemos lo que tenemos

que detestamos el suelo que pisamos

pero cuando van a levantar la hoz para que espiremos... gritamos, lloramos y rogamos.

somos afortunados

y no nos damos cuenta

que esos pequeños baches

que esas soledades

y esos silencios sin sustancia

son la savia de algo grande

es la sangre de la mortalidad

y de la inmortalidad en si misma.