Y renaceré como el cuervo, te encontraré tras la muerte, para atraparte entre mis garras y destrozar tu cuerpo con mi frenético deseo. Regresaré para amarte.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Con coletas y a lo loco.

Louis la colegiala y Lestat el profesor.

Los personajes pertenecen a Anne Rice, así como sus derechos, esto podría ser sólo dos personajes más con dos nombres cualquiera... si les pones Alfonso y Emilio vale igual.






Es una de las canciones que escuchaba mientras lo hacía.
En memoria de Peter.









Aquella noche de tormenta, en la cual la lluvia golpeaba con fuerza los cristales de los balcones, sentí deseos de tener entre mis manos las redondeadas nalgas de mi pareja. Esta vez no deseaba algo convencional, puesto que sería demasiado sencillo. Me despertaba un apetito sexual distinto, frenético y tan descabellado que volvería loco al más cuerdo. Cada día que pasaba me excitaba más la idea de contemplar su cuerpo excitado entre las sábanas de nuestro lecho, mostrándose manso y urgido. Y esa noche era perfecta, puesto que la cacería nocturna tuvo que ser rápida y poco elaborada.

Desde hacía días ocultaba una cámara de video entre mis objetos personales, lo hacía en una caja de zapatos vacía y junto a esta un móvil parecido al que usaban las colegialas asiáticas. Sonreí cuando tomé la caja, sin necesidad de contemplar de nuevo el contenido. Coloqué el móvil en la cama, la cámara frente a esta a un lado, en una de las mesillas cubierta por uno de mis sombreros y bufandas. Probé si se veía lo que grababa, justo daba con los mejores enfoques en la habitación.

Corrí al piso de abajo buscando en el guardarropa una caja azul metalizado, tenía dentro ropa para un disfraz demasiado apetecible, y junto a esta una caja de zapatos poco común ya que tenía símbolos japoneses y con un dibujo infantil en la tapa. El dibujo era el de un gato montado sobre un corazón sonriente. Llevé todo arriba, con las mismas prisas, y lo dejé sobre la cama.

Louis se encontraba en la biblioteca, leyendo como siempre, mientras seguramente suspiraba contemplando la lluvia y el fuego de la chimenea. Acomodé mi camisa, también mis revueltos cabellos, para hacerle llamar tentándole con un hermoso obsequio.

-Louis, por favor.-dije entrando en la biblioteca, haciendo sonar mis pies sobre el suelo de madera.-Tengo algo para ti.

-La última vez que tenías algo para mí no me gustó.-comentó sin apartar la mirada del libro.-Recuerdo que era una de esas estúpidas cajas de broma, tenía serpientes dentro y todas saltaron rebotando por la habitación.-alzó sus ojos de las comprometedoras líneas de su novela romántica.-Y a eso lo llamaste regalo de aniversario, luego te molestaste porque te coloqué la caja por sombrero.

-Oh, sí lo recuerdo.-respondí colocando mis manos tras la espalda.-Pero esta vez es distinto, esto que te traigo realmente lo disfrutaremos juntos.-sonreí de forma peligrosa, cosa que hizo que sospechara aún más de mis intenciones.

-No, gracias.-dijo abriendo de nuevo su libro.

-Es ropa.-comenté antes de dar unos cuantos pasos hasta tomarlo de las manos.-Louis, si aceptas la propuesta que tengo que hacerte haré todo lo que quieras durante un día. Juro que será durante un día entero.-dije arrodillándome frente a él.-Bueno, las horas nocturnas.

Suspiró pesado dejando el libro, colocándose de pie a la vez que yo lo hacía. Me miró fijamente a los ojos intentando averiguar qué pretendía. Yo sólo sonreí de forma aún más infantil, para después tomarle por la muñeca izquierda.

-Vamos, vamos.-dije animado.

Cuando entramos en la habitación miró las cajas, me miró a mí, y al tomarlas terminaron en mi cabeza. Aquello iba a ser una negociación ardua. Gruñí molesto sacándome el cartón de donde estaba colocado, recogiendo la ropa desperdigada, para luego ir tras él.

-¡Oh vamos Louis!-grité entrando en la biblioteca.

-¡¿Qué crees qué soy?!-gritó.-¿¡Soy tu puta!? ¿¡Eso soy!?-exclamó antes de mostrar como sus ojos verdes tomaban un tono más brillante y explosivo.

-¡Seré tu esclavo un día entero!-repetí.-Aunque si no quieres.-dije sonriendo como un maldito canalla.-Tengo una amplia lista de contactos que estarían más que encantados, más bien deseosos, de ponerse ese modelito y desfilar para mí hasta la cama.-comenté colocándome bien la camisa.-Sólo espero que no te molesten los gemidos de otro, u otros, en nuestra cama de matrimonio.

-¡Lestat!-dijo molesto con las mejillas como dos cerezas.-Lo haré.-susurró caminando hacia mi.

-Perfecto, la ropa la tienes donde la tiraste y por favor haz que parezca lo más real posible.-dije golpeando su trasero.-Ve al aseo, te estaré esperando fuera en la habitación.

Fui con él hasta el dormitorio, ofreciéndole todo el disfraz con una enorme sonrisa de triunfo. Él tomó todo entre sus brazos, sufriendo de un pudor que pocas veces podía contemplar. Había tomado varias presas esa noche, porque el rubor se subía rápido a sus mejillas.

-¿Sabes cómo se ponen estas faldas?-preguntó notando lo corta que era.

-Yo sólo sé quitarlas.-respondí tomándolo por el mentón.-No te hagas el estúpido y ve al baño.

Terminó marchándose y yo conectando la cámara poco después. Hice un ambiente más luminoso, quería grabarlo todo bien mientras la lluvia no arreciaba, sino que se intensificaba. Cuando salió estaba apoyado en el marco de la puerta, eso provocó que pudiera ver sus mejillas bien rojas nada más salir. Sus ojos verdes se clavaron en los míos, pero rápidamente los bajó.

-Esto es humillante.-se quejó jugando con uno de los botones de aquella camisa.-Eres un demonio.-añadió agachando aún más su cabeza, ocultando su rostro aunque tenía el típico peinado de colegiala, dos coletas.-¿Por qué insistes en hundir mi autoestima y pisotear mi dignidad?

-Pero si esto es lo mejor del mundo.-respondí acercándome peligrosamente a él para acariciar sus mejillas.-Además, hace que no me quiera ir por ahí... todos los días un show.

-Eres despreciable...-murmuró cerrando los ojos con más fuerza.-A cambio cada día harás lo que te pida...

-Dije un día, no cada día.-susurré antes de besar lentamente sus labios, para agarrarlo por la cintura deslizando mis manos hasta sus prietas y redondas nalgas.-Despreciable o no, te gusta como te trato en la cama.-me aparté de su boca mientras intentaba cruzar nuestras miradas, luego simplemente deslicé mis ojos hacia sus mejillas.

-Si quieres un show todos los días, harás lo que te pida todos los días...-aquello era una argucia que no esperaba, pero que sin duda me hizo sonreír.-Eso no lo puedo negar... pero no dejas de ser despreciable.

-Show diario...-murmuré antes de pegarlo a la pared cercana.-No noto tu desprecio.-dije palpando su entrepierna bajo aquella pequeña falda.-Noto otras cosas.

Sin dudarlo dejó escapar un jadeo contenido mientras se aferraba a mis hombros con fuerza. Se veía tan tentador y atractivo que sin duda alguna parecía una colegiala. Inclusive noté que se había depilado las piernas para tal ocasión, aunque no duraría mucho ese encantamiento. En unas horas, tal vez menos, volvería a tener el vello escaso y corto de sus piernas.

-Eres un maldito... -dejó la frase a medias, porque en ese momento se apoderó de mi boca besándome.

-Demonio.-añadí antes de reír divertido tras ese beso.

Lo arrojé a la cama de inmediato, cayendo sobre él como si fuera mi presa. Se veía tan tímido y exquisito, como siempre, si bien esta vez parecía tener un toque distinto. Me quedé contemplándolo mientras acariciaba sus mejillas algo tibias, algo poco común entre los de nuestra raza.

-¿Me haces un baile erótico y luego te golpeo las nalgas por haber sido una niña mala?-pregunté antes de reír jugando con una de sus coletas.

Nada más escuchar aquello tuve una suave bofetada de su parte, junto con un reproche de su mirada. Sin embargo, me empujó al colchón colocándose sobre mi vientre a horcajadas. Me miraba como quien mira a su amante por primera vez, ofreciendo quizás su pureza.

-¡Maldito seas!-gritó frustrado antes de morder su labio inferior.

-Me encanta cuando me abofeteas.-murmuré antes de colocar una de mis manos bajo su falda.-¿Te mueves provocativamente entonces?-pregunté colocando mi mano dentro de su ropa interior, palpando su miembro que comenzaba a despertarse. Levanté la falda para ver su ropa íntima y reí indudablemente, se había colocado la lencería que le había pedido junto al resto de la ropa.-Si hasta te has puesto esas braguitas sexys que te di de huellas de gato.-exploté en carcajadas mientras su rostro se iluminaba más por la vergüenza.

Sus mejillas estaban rojas como manzanas, incitaban el palparlas para saber si eran reales. Sus ojos resplandecían en un verde parecido a cuando se molestaba, sin embargo estaba excitado y deseoso de esos juegos que decía odiar tanto. Sus manos tiraban de mi camisa, jalando por la vergüenza.

No podía estar más rojo ni más sexy, sobretodo cuando sentí como encajaba sus uñas antes de moverse lentamente. Su trasero comenzó a rozar mi entrepierna, la cual despertaba ante aquella magistral visión. Tentación y más tentación. Querían que dejara de pecar para ser un santo, y por ello dejé la idea. Louis era mucho mejor que cualquier ángel que pudiera encontrarme en mi caminar por encima de las nubes.

-¡Cabrón!-gritó porque no paraba de reír alzando su falda, acariciándole mientras y divirtiéndome a su costa.

-Sí, cabrón pero con clase, más que cualquier seductor de folletín romántico.-murmuré sonriendo satisfecho.-Mírame con esos ojos verdes, ese rubor en tus mejillas me provoca Louis...-susurré justo antes de introducir uno de mis dedos entre sus labios, buscando su caliente y húmeda lenga.-Anda, muévete como actriz porno.

Lamió aquel dedo de forma lasciva, sin desenclavar sus ojos verdes de los míos. Aquel rubor iba en aumento, como mi erección bajo su trasero. Era puro derroche de hormonas, provocación y gestos de amante entregado. Sus uñas terminaron haciendo jirones mi camisa, cosa que no me importó en lo más mínimo.

-Veamos que tal sientes esto.-dije tras un jadeo ahogado por mi triunfal sonrisa. Saqué el dedo de su boca para colocarlo entre sus nalgas, con la mano bajo su ropa interior.-¿Se siente bien?-dejé libre la mano que acariciaba su sexo, para dejarla sobre su mentón.

De inmediato dejó escapar un gemido, deteniéndose por unos instantes con los ojos cerrados. Se había quedado algo tenso, disfrutando de la intromisión de mi dedo entre sus deliciosas nalgas.

-¡Sí!-exclamó sin dudarlo, moviéndose con los ojos cerrados aunque de igual modo estaba cegado de placer.

-¿Ves? si sé como hay que tratarte.-giré lentamente su dedo buscando su próstata, encontrándola con rapidez.-sigue moviéndote así....-susurré antes de darle una palmada con la mano libre, apretando su nalga antes.- Has sido una niña mala, pero tranquila... tengo el mejor de los castigos bajo mi cremallera.

Siguió moviéndose como si el mundo fuera a explotar en cualquier instante. No dejaba de jadear y emitir pequeños gemidos ahogados.

-¿Qué me hará profesor?-dijo balbuceando, con cierto temblor en su mentón.

Estaba rojo, así como con ciertas gotas de sudor sanguinolento por culpa de la excitación y el calor que iba apoderándose de su cuerpo. Su aspecto era el de un ángel, sus palabras las de un demonio pervertido.

Bajé mi cremallera parando el ritmo de sus caderas, puesto que lo tomé por la cintura. Me quedé contemplándole como si fuera una muñeca de exposición. Realmente parecía un muñeco perfecto, no sólo aquella noche sino todas.

-Inclínate, tengo un dulce caramelo para ti...-susurré antes de inclinarme hacia delante, para morder sus labios.-de esos que por más que chupes no se desgastan.-me aparté acomodándome en la cama.

Noté como me enterraba sus garras con algo de fuerza, acomodándose de nuevo sobre mi cuerpo para inclinarse sobre mi erección. Me miró de soslayo antes de abandonar una tímida lamida sobre la punta de mi miembro.

Seguía con mi mano dentro de su ropa interior, introduciendo un segundo dedo mientras intentaba incorporarme apoyado en mis codos.

-Sigue con esas lamidas.-sonreí de forma pervertida, pero era irremediable.-Tómalo entero, sin miedo.

Gimió cerrando sus ojos, dejando su aliento sobre aquel miembro antes de abrir la boca e introducirlo en ella completamente, saboreándolo y pasando su lengua por él. Aquello fue demasiado tentador. Provocó que jadeara junto a un gruñido mientras no podía dejar de contemplarlo. Terminé por agarrarlo de las coletas, ayudándole así al movimiento de su cabeza.

-Eres una buena colegiala.

Hizo presión con sus labios apretando mi miembro, justo cuando dije aquello, mientras sus ojos verdes se fijaron en los míos mostrándome su lujuria.

-Así, muy bien.-murmuré notando como se endurecía más por culpa de esos ojos de color esmeralda.-Dime si se siente bien esto.-dije justo antes de introducir un tercer dedo.

Gimió sacando mi miembro de su boca, empezando a lamer la punta mientras movía su pelvis. Notaba como quería más que aquellos míseros dedos, pero no iba a ser fácil que los tuviera.

-Sí, sí... sí... ¡Lestat!-gritó al fin mostrándose completamente encendido.

Saqué mis dedos apartándome para dejarlo tirado, de espaldas a mí, sobre aquel colchón subiendo su falda para ver su ropa interior. Reí bajo antes de quitárselas de una buena vez, arrojándolas al suelo.

-Vamos a probar varias cosas Louis.-dije antes de morder una de sus nalgas.-Varias.-añadí antes de lamer entre sus nalgas, quitándome el cinturón mientras para atar sus muñecas al cabezal de la cama.-Tengo que castigarte, no lo olvides.

Gemía y jadeaba con cada una de mis acciones, como si fueran un aliciente más para no poder dejar de hacerlo en horas.

-¡Ah! ¡Lestat!-dijo entre jadeos entrecortados.-¿Me castigarás?

Apreté sus nalgas antes de azotarlas, dejando en ellas un leve rubor. Se notaba que había tomado sangre en cantidad, su piel podía marcarse con facilidad y eso me incitaba a ser más rudo y con ideas de juegos que le harían sonrojarse todavía más provocativamente.

-Por supuesto, hoy te has alimentado bien. Se nota incluso en tu cuerpo caliente, y más caliente está por lo que yo te hago y por lo que te voy a hacer.-colocaba mi miembro entre sus nalgas, sin introducirlo en él. Quería que notara el roce de este en su entrada.-Ya verás que te castigo, Louis.-murmuré antes de comenzar a mover mis caderas lentamente.-Hoy vas a ser una estrella del porno en categoría colegial para mí.

Jadeó con mis acciones, mostrando su rostro cegado por el placer. Sus ojos estaban cerrados fuertemente mientras movía la cintura al sentir aquel roce, deseando que todo comenzara de una vez. Sin embargo, tal y como le dije sería un juego más allá de un sexo común.

-Sólo para ti.-murmuró completamente hundido en los infiernos de aquellas acciones.

-Sí, así que no te cortes y gime... cuanto más gimas mejor.-murmuré con esa sonrisa de perro viejo, o más bien de gato del País de las Maravillas.-Redondas y firmes.-dije apretándolas entre mis manos justo antes de introducir el glande.-Dime que lo quieres, quiero que me lo digas.-coloqué mi mano derecha sobre su miembro, acariciándolo lentamente.-Dime que es lo qué deseas que te haga aquí y ahora, hasta venirte y sentirte en el paraíso.-le decía todo aquello con un tono de voz que lo turbaba.

Me incliné para lamer su oreja, apretando el miembro que se encontraba entre mis dedos. Podía sentir su piel tibia, para nada la frialdad de otras noches. Aquello estaba siendo placentero, demasiado, y no sólo para mí. Verlo de esa forma era disfrutar de una fantasía que no había podido hacer realidad con nadie, puesto que sólo surgían cuando lo tenía frente a mí.

-Dilo Louis, muéstrate en todo tu pervertido esplendor.

Asintió a cada una de mis palabras, dejando salir jadeos y gemidos sin recato alguno. Parecía que se tomaba muy apecho eso de gemir para mí, de mostrarse como una rosa que se abría por primera vez. La fragancia de esa rosa era a sexo, a perversión sin límites.


-Lestat... tómame... quiero que me folles...-dijo con voz ahogada, estremeciéndose por todo lo que yo le ofrecía.-Por favor...-balbuceó.-¡Hazme tuyo!

-Oh... mon cour.-siseé antes de reír bajo entrando en él soltando un fuerte gruñido.-¿Así?-murmuré triando de sus cabellos, para que alzara su rostro de entre sus brazos.-¿Así? ¿Así lo quieres?-me movía lento y profundo, haciéndole sentir toda la extensión de mi miembro.

-¡Ah! ¡Así! ¡Así!-gimió una vez sintiéndome dentro, con aquel ritmo suave.

-¿Mejor así?-gruñí con un ritmo infernal, propio de un demente. Era rápido y candente, mientras lo azotaba y pellizcaba una de sus nalgas.-¡Grita mi nombre Louis! ¡Quiero que lo grites!

-¡Lestat! ¡Lestat! ¡No pares!

Sus palabras me incitaron a parar, para tomar la correa de entre los barrotes de la cama y tirar de él. Lo pegué a mí sentándonos ambos en el borde de la cama. Yo tenía una calma aparente, sabía actuar, mientras él aún se veía extremadamente sofocado.

-Dímelo Louis ¿qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que necesitas? ¿Qués lo que vas a necesitar toda tu maldita existencia?-introduje dos de mis dedos en él, recostándolo sobre mis piernas. Movía mis dedos lentamente, mostrándolo a la cámara de video que había conectado.-Dime Louis, ¿quién es tu amo y único amor?-susurré cerca de sus oídos.-Dímelo mártir mío.

-¡Tú! ¡A ti! ¡A ti mon amour! ¡Sólo a ti! ¡Sólo te quiero a ti! ¡Sólo te necesito a ti!-gritó bien alto.

Sus labios estaban rojos por la excitación, porque los apretaba para no dejar escapar tantos gemidos y también por los besos que le daba. Cada beso que lograba tomar de mi boca era pasional, como el que regalé nada más decir aquellas palabras.

-Repite.-susurré.-Repite que sólo me quieres a mí, sólo me amas a mí.

-A ti, a ti.-dijo sin aliento, completamente perdido.

-Perfecto.-arrojé su cuerpo a la cama, destrozando la ropa mientras lo ataba al cabezal.-Esto lo hago por tu bien Louis, porque a veces olvidas quién eres y qué eres para mí.

Sus ojos se entrecerraron presas de ese instante en el cual era mi juguete favorito y mi amante a la vez. Realmente le amaba y si hacía todo aquello era para dejarme bien claro que sólo yo, únicamente yo, lograba algo así en él. No podía amar a otro, no podía tener a otros o ser de ellos.

Abrí sus piernas acomodándolas alrededor de mis caderas, para poder entrar en él con un sólo movimiento. Gritó estremeciéndose de placer, inclusive abrió sus manos y las cerró clavando sus uñas. La sangre salió rápidamente, ya que se enterraron en la palma de sus manos. El aroma a sangre me excitó aún más, igual que a él.

Mordí mi lengua ofreciéndole un beso que lo hundiría en las tinieblas más perversas, en la lujuria más profunda y deseable. Mis movimientos eran fuertes, rápidos y algo profundos. Golpeaba en su próstata, dejándole a mi merced. Estaba arrojado a mis manos, como si no importara en lo más mínimo. Su rostro era puro lívido. Sus ojos entrecerrados, mostrándome una luz verde y poderosa en ellos, mientras sus caderas se movían como la mejor bailarina de streaptease y su cuerpo se empapaba en sudor sanguinolento. Gracias a sus coletas de colegiala, las cuales aún poseía, me permitía ver bien su rostro sin que su cabello se pegara contra sus mejillas o frente.

Gemía junto a él, ambos lo hacíamos, mientras la cama gritaba por los muelles que estaban a punto de ceder. Las sábanas se volvieron revueltas y empapadas en sangre. Todo ese perfume a sexo se mezcló con el de la tierra mojada. La lluvia seguía cayendo tintineando en el cristal, mostrándose furiosa como mis embestidas. Él estaba tan sumiso mientras, deseando que le hiciera cualquier cosa y cualquier cosa era incluso matarle. Estaba ido, su mente no estaba allí y sólo su cuerpo reaccionaba.

Recuerdo que de sus labios no salía nada coherente, sólo balbuceos y un constante “más”. Mis manos apretaban sus nalgas, así como arañaban sus costados. Mi lengua lamía su sudor, sus labios manchados aún por gotas de mi sangre y su cuello. Bebí incluso de su sangre, saboreándola sin dejar de moverme de esa forma tan candenciosa.

Y entonces, cuando llegó al límite, me miró con los ojos abiertos y con todos los dedos estirados, tanto de manos como de pies, apretando mientras sus muslos y los músculos de su trasero. Todo aquello junto a un te amo, un te necesito, que me hizo sentirme el rey de los infiernos. Habíamos recreado los infiernos, o quizás Sodoma y Gomorra, sin tanto dolor y con más placer... sin que Dios nos castigara y sin que el demonio nos señalara como sus nuevos súbditos.

Yo me controlé, saliendo de él y desatando sus manos. Para luego colocarlo frente a la cámara, dándole mi miembro e introduciéndolo entre sus ahogados labios. Buscaba respirar, pero a la vez quería hacerme llegar. Cuando lo hice fue una explosión intensa, la cual llenó su boca y todos sus sentidos.

-Siempre tan goloso, Louis.-murmuré antes de besar su frente arrojándolo de nuevo al colchón, tirando sobre él las mantas.-Descansa, te lo mereces.

Sus ojos se cerraron, sin importarle que aún tenía mi correa atando sus muñecas. Yo simplemente fui hacia la cámara y la saqué del cuarto. Ya en el baño miré la película que habíamos creado, en silencio y con una sonrisa que no se borraría en semanas.

¿Cual fue el castigo que tuve que soportar durante un día? Simplemente fue repetir todo aquello una vez más, puesto que Louis puede parecer estricto pero en realidad siempre me salgo con la mía. Y bueno, la película aún la desconoce... tengo más de cincuenta en mi poder y en todas he hecho que repita una y otra vez esas palabras... que es mío, sólo mío y de nadie más.

1 comentario:

Athenea dijo...

OH MY FUCKIN' GOD!!!! Ha sido brutal. Ya echaba de menos a estos dos... Sobre todo al loco encantador de Lestat. Me encanta cómo Louis trata de resistirse al principio a los deseos de Lestat (que, aunque trate de negarlo, también son los suyos) y al final siempre cede. Me pregunto cómo reaccionará Louis cuando se entere de que ha estado grabando todas esas sesiones... Muajajaja. Seguro que al principio se enfada, pero luego... Acabará en las garras de Lestat, como es natural. Lo de vestir a Louis de colegiala ha sido un acierto. Una escena muy erótica y divertida a un tiempo. Muy buen fanfic, en definitiva. Espero pronto uno nuevo, ¡Un besito!

Derechos de Autor y Licencia

Safe Creative #0906284062744
muerte por vida
un precio caro
pero habitual
somos animales
somos todos animales
hijos de un dios
hijos de las sombras
hijos de la eternidad
no podemos renegar
no podemos olvidar
incluso lucifer fue engendrado por él
la concepción que él nos ha dado
nos ha hecho ser como somos
por eso matamos
porque está en nuestra naturaleza
¿somos tan terribles?
¿más que un asesino despiadado?
¿más que un dictador?
¿más que un hombre que enseña a su hijo a matar avecillas?

...

no somos monstruos
simplemente sobrevivimos...
con tu sangre
con tu alma
pero es supervivencia.

aqui gana el más fuerte

Sueños - AWR


sueño profundo y doloroso... sueño de sangre y noche
sueño contínuo en lo eterno...
sintiéndote navegar en eter...
un eter que se vuelve fangoso... rojizo... sublime
¡Sangre!... sólo sangre... cálida y fresca... deslumbrante
nube vamporosa con aroma a mujer...
la primera víctima de la noche... la elegida.
tacones lejanos con contoneo de caderas carismático...
para luego escuchar un grito de terror...
y luego...
y luego... NADA

Dama Sombría

Dama de las sombras
mujer de corte oscura
tú vienes a cortar el último hilo de vida
el último aliento..
cruel dama nocturna
cruel mujer...
que viene junto a la muerte, de la mano
señora que sonríe... que se jacta de mi destino
mientras la calavera señala mi destino... un foso... un lugar junto a la tierra y sus gusanos.
hoy yaceré muerto al despuntar alba
hoy... habrá acabado mi andanza por la tierra
hoy descansaran mis huesos, pero no mi alma.
Si bien... cruel aunque hermosa
desfilaras con la muerte, danzarás con ella, y la luz del día disipará tu figura.
tal vez lloren por mí, canten salmos y las campanas repiquen...
como tal vez termine como Paganini... en un carro... esperando sepulcro durante años.
danza y ríete de mi miseria
hija de la noche
mujer que no da tregua...
capa oscura y pesada, fúnebre sombra
que engalana el manto de la muerte.

somos idiotas afortunados

La vida cae... en una persona... el telón cae

cae pero otra empieza

empieza en un mundo rojo.... teñido por la sangre

con el ruido del tañir de las campanas de una muerte que yace en el campo santo del olvido...

un mundo donde los esperanzados son pocos...

y los diablos sin rumbo muchos

somos diablos

pobres almas

desamparados

odiados hombres de paja

que añaden a la historia... a la historia del día a día...

historia que despreciamos y amamos por igual

somos idiotas

que no agradecemos lo que tenemos

que detestamos el suelo que pisamos

pero cuando van a levantar la hoz para que espiremos... gritamos, lloramos y rogamos.

somos afortunados

y no nos damos cuenta

que esos pequeños baches

que esas soledades

y esos silencios sin sustancia

son la savia de algo grande

es la sangre de la mortalidad

y de la inmortalidad en si misma.